domingo, 9 de noviembre de 2014

Líneas que demarcan los bordes de un cuadro de cuadras que se repiten indefinidamente por la superficie, dando origen a nuevos mapas.
Los espacios que habitamos tienen una forma de ser que modifica nuestra manera de sentir y percibir las situaciones. Un espacio despojado, amplio, ventilado, se configura como una invitación a la tranquilidad, a la armonía y al movimiento libre.  El espacio urbano, con su estructura repleta, la pluralidad de lugares, objetos y situaciones adversas, a veces genera  desorden  e incomodidad. 

El centro, como lugar aglomerado de todo lo necesario,  suele ser un punto saturado. Abundante en objetos, ruidos, luces. En mi trabajo coloco al “centro” como ese espacio agobiante, falto de un diseño agradable para habitar, colmado. La intención es incomodar, abrumar al espectador, marearlo, generar una sensación similar a la que generan los centros de nuestra vida. Invadir la vista del otro, haciendo visible una realidad cotidiana. Exacerbar la sensación  de caos y atiborramiento urbano, a través de la repetición de los trazos de esmalte sintético, en colores que vibran por el color y tipo de superficie del fondo del cuadro.

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