domingo, 9 de noviembre de 2014

Me gusta viajar. Este deseo me motiva a planear constantemente próximos destinos. A partir de las ideas del irse/ quedarse encontré un punto nuevo: fugar a los mundos imaginarios. Cuando planeo como visitar otros lugares, fantaseo con espacios inmateriales, ficcionales. Los mapas de esos lugares imaginarios son materializados para dar forma a mis elucubraciones a manera de representaciones geográficas. Territorios posibles como superficies planas colocadas por el suelo de la sala de exposición, se vuelven existentes y habitables para descubrir nuevos mundos posibles.



Tototomás- La casa A las casas de la Ciudad

Cerraron sus puertas 
la casa se va
se vuelan sus techos,
sus muros se caen.

Algo de vos siempre quedará
alterando toda la ciudad.



Pienso en la parte formal de una planta. Sus hojas, sus ramas, su tallo y la raíz, aunque esta última no me es visible. La enredadera de mi casa tiene muchas hojas. Todas diferentes, cada una única. Comparten una misma raíz. Entre todas conforman la planta que observo como un todo hermoso, un verde vibrante, vivo y fresco. Las hojas viven.
Me sorprende la forma de crecimiento de las distintas plantas. Esto me lleva a experimentar en algunas de mis producciones. Dibujo sus formas, y experimento en la creación de mis propios inventarios de plantas. Realizo un juego de comparación entre la planta y mi cuerpo, como seres vivos, en movimiento, en transformación constante.

La energía que circula por dentro de la planta, es un proceso análogo a lo que sucede en mi, me transformo constantemente. Circula por mi cuerpo la energía de las prácticas y acciones que elijo y realizo diariamente, que me rodean, que movilizan mi rutina, que forman mi modo de ser. Las hojas son como esas actividades, que aunque son diversas componen un todo: comparten como raíz la elección por el desarrollo de lo artístico.


Líneas que demarcan los bordes de un cuadro de cuadras que se repiten indefinidamente por la superficie, dando origen a nuevos mapas.
Los espacios que habitamos tienen una forma de ser que modifica nuestra manera de sentir y percibir las situaciones. Un espacio despojado, amplio, ventilado, se configura como una invitación a la tranquilidad, a la armonía y al movimiento libre.  El espacio urbano, con su estructura repleta, la pluralidad de lugares, objetos y situaciones adversas, a veces genera  desorden  e incomodidad. 

El centro, como lugar aglomerado de todo lo necesario,  suele ser un punto saturado. Abundante en objetos, ruidos, luces. En mi trabajo coloco al “centro” como ese espacio agobiante, falto de un diseño agradable para habitar, colmado. La intención es incomodar, abrumar al espectador, marearlo, generar una sensación similar a la que generan los centros de nuestra vida. Invadir la vista del otro, haciendo visible una realidad cotidiana. Exacerbar la sensación  de caos y atiborramiento urbano, a través de la repetición de los trazos de esmalte sintético, en colores que vibran por el color y tipo de superficie del fondo del cuadro.
Planteo mi trabajo a partir del espacio entendido como una superposición y yuxtaposición de planos. El conteo de esos planos o capas de material comienza ya desde el enclave de la obra sobre la pared, ese primer plano pared es el espacio en el cual se inscribe la obra, y por ello se la tiene en cuenta, se configura como un plano mas de la composición, de hecho, por las transparencias que la obra presenta, puede verse parte de la pared como fondo de la composición.